El Arte Puertorriqueño de Principios del Siglo XX

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, comienzan a surgir las primeras manifestaciones culturales de la puertorriqueñidad. En 1844 se publica el Álbum puertorriqueño que incluye trabajos de Santiago Vidarte, uno de los primeros poetas puertorriqueños. En 1849 Miguel Alonso escribe la obra El jíbaro, iniciadora de nuestra literatura. Aunque la verdad histórica establezca que la invasión militar norteamericana de julio de 1898 contó con las simpatías generales del puertorriqueño, también es cierto que el cuerpo espiritual de Puerto Rico se resintió visiblemente del choque cultural. La resistencia a esta agresión cultural en que se veían amenazadas de muerte las prerrogativas espirituales de la clase dominante, la asumieron automáticamente los artistas de las diversas disciplinas: literatos, músicos y pintores. Se sabe que para esos años se desarrollan en Europa los movimientos artísticos que contribuyen a la modernidad: el Impresionismo, el Cubismo, el Dadaísmo, el Surrealismo y el Futurismo. En Puerto Rico, respecto de la plástica, no se registra en esos años repercusión alguna de las mencionadas tendencias entre los pintores más influyentes de las primeras décadas del siglo XX. Estos pintores se desentienden de esas tendencias casi por completo, a excepción de un Surrealismo sui generis que practica el pintor Julio Tomás Martínez y del Decorativismo Cubista de Narciso Dobal en las postrimerías de la década de los treinta. El arte, se ha dicho muchas veces, no surge del vacío. Se filtra de la realidad social del amasijo de ideales que la sustentan, de los conflictos que experimenta y de los procesos de cambios a que esta sujeta esa realidad. La pintura particularmente siente que tiene la responsabilidad de presentarse para fortalecer una conciencia nacional.

Para las décadas del 30 y 40 en Puerto Rico aumenta la emigración a Estados Unidos, por la crisis económica que atravesó la isla. También para este mismo tiempo ocurre la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), en la cual se moviliza gran parte de la población masculina y la mujer, por necesidad, asume roles que antes de esto ocupa solo el hombre.


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